Quién no recuerda esta famosa frase de Obelix mientras aporreaba romanos a diestra y siniestra. Una historia, la de Astérix le Gaulois (Asterix, el Galo), que escondía entre bromas, bardos y jabalíes un trasfondo intercultural. La trama de una aldea gala que no cedía ante la conquista de la cultura romana que, por otro lado, constituía el pueblo más avanzado de Europa. Un cuento que narra juicios de superioridad como el de Obelix con los soldados romanos, asedios como el de los romanos a la coqueta aldea, formas de vida como la de los habitantes del pueblo con su bosque, sus menhires y su entorno o algo tan arraigado culturalmente en el mundo latino como celebrar las aventuras con un gran banquete popular a la luz de un buen fuego.
Y si ahora levantamos la vista del cómic, ¿acaso vemos algo diferente? Independientemente del punto de vista y opinión de cada uno, se me ocurre que casos como la discriminación hacia los gays en Rusia, la situación del Sahara, el desnudo de Amina en Túnez, la guerra contra la filosofía del fast-food del alcalde de New York, los enfrentamientos religiosos en Belfast, las demandas del pueblo en la Zimbabue de Mugabe o la situación social de Hong Kong y China son ejemplos de las distintas formas de cruzarse las culturas y las identidades.
Esta mezcolanza, ha sido estudiada por diversos antropólogos y sociólogos como Milton Bennett, que desarrolla un cuadro sobre cómo fusionan unas culturas con otras. Sobre esta base, Philippe Rosinski (icono del coaching intercultural y al que tuve la oportunidad de conocer recientemente) ha elevado las conclusiones de Bennett a un escalón aun mayor para, una vez analizada la realidad, invitarnos a sacar partido de ella. Según estos dos estudiosos, cuando dos culturas comparten sitio y lugar puede ocurrir que:
- Que se ignoren o se nieguen las diferencias entre ellas, ya sean dos culturas, dos personalidades, dos ideas…
- Que se reconozcan pero que una se crea superior (o inferior) a la otra de forma que quede una de ellas denigrada (o idolatrada). Un sentimiento que puede surgir en ambas culturas a la vez.
- Que se reconozcan y se respeten las diferencias pero obviando que son importantes. Se pierde así el beneficio de la diversidad.
- Que se reconozcan y respeten las diferencias y, más allá, se acepten y se aprecien éstas.
- Que se adapten los pueblos o el individuo a esas diferencias, con empatía, saliendo de la comodidad de aquel que no quiere cambiar.
- Que se integren las diferencias. Que cada punto de vista pueda tener su cabida, que haya varios enfoques y que no se desvirtúe la realidad.
- Que se saque provecho de esas diferencias. Si todas suman y todas consiguen sinergia, el resultado es enormemente más satisfactorio.
Coaching Intercultural puede sonar a palabra rara, pero… piénsalo un poco. Busca ejemplos de cada posible estado. No tienen que ser solo diferencias culturales a nivel nacional. La celebración de una boda puede ser un punto de encuentro entre dos familias que entiendan el evento de manera distinta en todos sus aspectos. O las pautas de educación de un hijo por parte del padre y de la madre. O, sin ir más lejos, pregúntate si la filosofía de la empresa para la que trabajas es afín a tu filosofía de vida. De hecho, eso persiguen los sistemas de selección de personal basados en perfiles personales y competencias en muchas organizaciones.
Quizá acudan a la memoria más fácilmente aquellas situaciones de conflicto y de enfrentamiento; son más llamativas. Sin embargo también las hay de adaptación, de integración y de aprovechamiento. Suiza aúna 4 idiomas oficiales en un sistema político bastante efectivo. El enfoque glocal de McDonald’s integra los valores fundamentales de la exitosa entidad con los beneficios de contar con proveedores locales. En Malasia conviven hindús, budistas, cantoneses y musulmanes bajo una misma bandera. Zara se presenta como un modelo de integración de valores añadidos de otros mercados sin perder la personalidad e identidad propias del grupo comercial.
Por eso Rosinski y los que creemos en la importancia de SUMAR y aprovechar las diferencias, añadimos al coaching la variable cultural, mediante el Coaching Intercultural. Porque hará de la progresión de la persona, del equipo o de la organización, un crecimiento mucho más completo, sostenible y jugoso. Porque podemos sacarle partido a la sinergia que crea la influencia positiva de unos sobre otros. Porque hará de la diversidad un trampolín para hacer tu mundo mucho más valioso para cada uno y para los que nos rodean.
Como diría René Goscinny, cojamos nuestros ingredientes personales (imprescindibles) y acudamos al Simposio Anual de Druidas de la mano de Panoramix, a buen seguro que daremos con nuestra propia poción mágica, ésa que nos hará más felices en nuestra realidad.
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